quinta-feira, 8 de outubro de 2009

El Fabricante de Muñecos

A veces pienso que la mayor victima de la creación es el propio Dios, y se me ocurren ideas que no creo que sean blasfemas al hacer ciertas comparaciones.
Me imagino que con Dios debe de haber pasado algo así como lo que paso con Repetto y pinocho o con el Dr. Haley y Franquenstein (vaya comparación, diría una amiga mía, española ella). Pienso en un Dios-hombre, único habitante del universo, vagando por esa terrible inmensidad sin nada para hacer, con todo el poder y la inteligencia imaginable y no imaginable...pero con una soledad inimaginable también. Como un general sin ejército a quien entrenar, formar y mandar. Como un presidente vagando por un país sin habitantes, deambulando por calle absolutamente vacías, solo el caminando por esa inmensa soledad y con la inútil y estúpida faja presidencial cruzada en el pecho...seria increíble y hasta maravilloso que un día un presidente salga al balcón de turno y se encuentre con la ciudad vacía, sin nada, ni gente ni perros ni gatos ni pájaros...solo el...y ahora José?, como diría Drumond de Andrade.
Pero volviendo al Señor supongo que un día, cansado de tanto poder y soledad resolvió hacerse de una compañía, vamos a dejar de llamar a Dios de Dios para no caer en posible blasfemia, aunque suponga que mi fe para ser encontrada debería de ser mirada con lupa...pero que esta, esta.
Digamos que el fabricante de muñecos estaba solo en el mundo y que tenia toda la inteligencia y todos los materiales necesarios para hacer lo que quisiera, y después de meditar y pensar un poco, supongo, resolvió que debería hacer un muñeco, pero para que sirviera para sus fines tenia que ser un muñeco perfecto, o por lo menos lo mas cercano a la perfección posible, porque si fuese perfecto del todo no tendría gracia. Manos a la obra.

Le salio una belleza, funcionaba a las mil maravillas. Urgentemente creo también lo necesario para alimentarlo dado que el fabricante era etéreo, espíritu puro y su creación era hecha de carne y hueso y necesitaba, como toda maquina, combustible para funcionar. Crear alimento para esta maquina fue hasta fácil: agua, cereales, frutas y hortalizas. (Ese asunto de comerse a los demás animales fue invento del hombre, que así se llamaba el engendro).
Pronto, ya estaba hecho, el fabricante se sintió feliz, pero en poco tiempo se dio cuenta de que debía de hacer algunas modificaciones; para que valiese la pena debería de fabricar mas muñecos, pero no se iba a pasar la eternidad creando muñecos todo el día, pensó un poco y le pareció que si se auto-fabricaban el problema estaba resuelto.....ji....ji....ji, como diría mi hija.
Fue allí que resolvió crear uno macho y el otro hembra y que al juntarse los dos se formaría otro muñeco.
Fue una obra increíble pero para este fabricante nada era imposible e hizo otro muñeco que según yo le salió mucho mejor que el primero. Pero eso es una cuestión personal que no viene al caso. Bueno, pero ahora el problema era como hacer para que un muñeco buscase al otro para hacer un tercero...el fabricante pensó un poco e invento el deseo y el placer (creo que ahí comenzó a caerse la estantería). El deseo era para hacer otro muñeco y el placer una especie de premio por haberlo hecho, seria el mayor placer que el muñeco podría sentir, de esa manera estaba garantizada la reproducción, no solo de esos dos muñecos a los que llamo varón y varoa, sino de muchos mas que poblarían el mundo que el había creado para esos dos, donde abundaría el alimento ( o combustible) que los ayudaría a sobrevivir durante toda una eternidad, o mas o menos porque al gastarse las piezas fundamentales del muñeco este dejaría de funcionar, esto debería de ser así porque sino no habría lugar para todos. Podría haberlo hecho de forma que las piezas no se gastasen nunca y su reproducción fuese ilimitada...pero estos son secretos del fabricante que uno no puede descubrir...por lo menos todavía y aquí.
De esta manera los muñecos se irían sustituyendo unos a otros, por esa razón los primeros que hizo podían vivir 800 ó 900 años, para que tuvieran tiempo de reproducirse y llenar el mundo, pero ese período de vida se iba acortando a medida que el mundo se iba poblando.

Pero faltaba algo.
Los muñecos, perfectos y bellos, paseaban por el mundo que el mismo les había fabricado, pero eran como autómatas, no hacían nada si el no se los mandaba hacer...y eso no tenia ninguna gracia. Precisaban tener ideas propias, algo de inteligencia, que ellos mismos pudieran crear pequeñas cosas, como herramientas para facilitar las cosechas, para fabricar casas donde resguardarse y esas cosas, entonces el fabricante les dio inteligencia y un poquito de espíritu que podría ir creciendo si el muñeco hacia lo que debía. No mucho porque sino serian iguales a el y eso seria un desastre, les dio inteligencia como para que sobrevivieran bien y pronto, eso era suficiente, y el espíritu crecería hasta igualarse al del fabricante si es que el muñeco le salía bien.

Pero seguía faltando algo y el fabricante no sabia bien que era.
Se quedo observando su creación y se dio cuenta donde estaba el problema; sabían hacer muchas cosas, podían sobrevivir tranquilamente, pero si el no los mandaba venían a consultarlo antes de hacer cualquier cosa…no eran libres, dependían de el.
Así no tenia gracia.
El creador pensó…pensó y llego a la única solución posible: debería darles libre albedrío, que ellos mismos decidieran lo que debían o no debían hacer, pero para que no se equivocaran e hicieran lo que no debían creyendo que era lo que debían hacer, el creador les dio las normas de lo que debían y no debían hacer si querían vivir felices y tranquilos en ese paraíso que el les había dado.

El creador escribió las normas y se las dio; estaba todo bien clarito, no había lugar a dudas: “esto no deben de hacer de ninguna manera…esta claro?”…les pregunto a sus muñecos que en ese instante pasaron a ser hombres y mujeres…
!si señor! gritaron todos a coro….

El resto todos lo conocemos.


Gabriel Criscuolo
15/7/2006

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