Es bien conocido el
mandato divino que Dios le dio a Moisés dentro del decálogo y que podemos leer,
por ejemplo, en el Deuteronomio: «No matarás» (Dt 5,17)[1].
Pero resulta que el mismo
Dios, unos capítulos después, y también bajo forma de ley que recibió Moisés,
impuso para su cumplimiento que: «Si un hombre tiene un hijo rebelde y
desvergonzado, que no atiende lo que mandan su padre o su madre (...) sus
padres lo agarrarán y llevarán ante los jefes de la ciudad, a la puerta donde
se juzga (...) Entonces todo el pueblo le tirará piedras hasta que muera» (Dt
21,18-21).
Y, sin pretender ser
exhaustivos, ese mismo Dios, un poco antes, en Números, le ordenó al mismísimo
Moisés: «"Apresa a todos los cabecillas del pueblo y empálalos de cara al
sol, ante Yavé; de ese modo se apartará de Israel la cólera de Yavé” (...) Yavé
le dijo entonces a Moisés. "Ataca a los madianitas y acaba con ellos
(...)» (Nm 25,1-17).
¿No matarás? ¿Palabra de
Dios? ¿Cuál es la palabra de Dios? ¿La que prescribió no matar? ¿La que legisló
que debía matarse a los hijos desobedientes sólo por serlo? ¿La que ordenó
matar brutalmente por empalamiento y exterminar a todo un pueblo? En todos los
casos fueron mandatos directos de Dios a Moisés, dados para su cumplimiento
inexcusable.
del libro "Los Pesimos ejemplos de Dios", de un mexicano, llamado Lepes----creo
[1] Y que ya había sido incluido como ley en el decálogo que figura en
Génesis, el segundo libro del Pentateuco: «No mates» (Ex 20,13).
Nenhum comentário:
Postar um comentário