sexta-feira, 11 de dezembro de 2009

Volver a Casa

Volví um día de sol (los llamados “peronistas”), deje la valija en el hotel “Politeama” de la calle Corrientes, aquella que nunca duerme, y me apresure a darme um baño y a vestirme, quería salir a la calle, escuchar a mis compatriotas hablar...ha tierra querida, al fin de nuevo en casa, después de 18 años…voy a tu encuentro ciudad mía…
Salí a la calle, la tarde languidecía en las vidrieras de Corrientes y los “sebos” comenzaban con sus luces que navegarían casi toda la madrugada. Creo que hasta sonreí. Paso una chica y aunque no era muy linda le dije un piropo, es que en realidad solo piropeo (debo ser uno de los últimos “piropiadores”) a las feas…que se yo, para darles animo, para engrupirlas de que son lindas aunque mas no sea por un par de segundos. Debe ser herencia de mi vieja que siempre protegía a los mas débiles, y medio como que se me pego; si veo un partido de futbol hincho por el equipo mas débil, y así, en cualquier competición en que los hombres se involucran. Y hasta en una corrida de toros , cuando espero que el torero salga indemne...porque es el mas frágil y el mas valiente, y no me jodan con eso “del pobre animalito”, quien en realidad se paso una vida de regalada, sin otra cosa que hacer que servir vacas, comer y dormir. Y al final, en ves de darle un garrotazo en la cabeza y después de colgarlo de una pata DESCUARTIZARLO CASI VIVO (y si no vean como trabajan los mataderos) se le da la posibilidad de morir o matar luchando…y su muerte es mucho mas digna que colgado de una pata. Eso es lo que yo creo. Punto.
Después del piropo comencé a caminar por Corrientes, fui directo para “La Paz”, antigua confitería en la cual pase tantas y tantas horas escribiendo, leyendo, conversando con amigos y queriendo arreglar el mundo, que como se ve no tiene arreglo ( además de tomar un café de ves en cuando, sino el mozo nos sacaba a patadas…literalmente). Primera sorpresa; esta convertida en una sofisticada y burguesa confitería de la cual no quedaba ni un mozo que me hiciese recordar el pasado. Seguí caminando y buscando, tal ves inconscientemente, algún rostro conocido, alguna cosa conocida, pero fue inútil. Vacié la madrugada caminando y no encontré ni siquiera un vestigio del pasado, de ese pasado que ya fue y no vuelve mas. Pobre iluso, buscando revivir algo que se perdió entre los átomos del llamado progreso, que van mudando todo dia a dia, minuto a minuto, segundo a segundo. Los recuerdos que existían en mi cabeza eran solo eso, recuerdos, que tal ves podía evocar pero no resucitar; yo no era mas el “yo” de aquellos tiempos, era le yo de hoy, deformado como mi cara por las arrugas…porque si yo había mudado tanto…porque mi ciudad no? Solo que mi cara seguía siendo mi cara, aunque ni se pareciese con la anterior, pero ella ya no me pertenecía, era de otros, para mi solo el recuerdo, que no quería que fuese ese si no el original, por así decirlo. El de las mesas de “Pipo” con sus manteles de papel, donde un plato de ravioles y un par de panes, junto con un “medio de tinto y soda” nos habilitaba la parranda hasta el otro día. O la de “Bachin” dos centímetros mas bacán que “Pipo”…(el “chiquilín” de Ferrer te encontraba en cualquiera de los boliches que nombro). La de la concurrencia de “La Paz” donde se mezclaban futuros famosos y famosos sin futuro, jipis, escritores, poetas, artesanos y un montón de minas…lindas minas.
Nada.
Me sentí un resucitado, alguien que no conocía a nadie y a quien nadie conocía. Me senté en la plaza San Martin…los viejos bancos de cemento era lo único que existía desde aquellos tiempos. Fume un cigarro y después volví al hotel e hice la valija. Pague la cuenta y tome un taxi.
_. Donde lo llevo?._ pregunto el taxista.
_Al aeropuerto…tengo que volver a casa….._

Gabriel Criscuolo

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